Diferentes razones pueden hacer que te invada el desánimo.
¿Las cosas no te salen como quieres, estás en mala racha, o estás pasando por una situación que reboza tus fuerzas? Sea cual sea la razón, es necesario que lo venzas, porque de lo contrario él te vencerá y puede convertirse en algo más serio, como la depresión.
El desánimo es un estado de tristeza que hace que no tengas ganas de hacer nada, lo malo es que si no haces nada aumenta tu tristeza y esto causa más desánimo y el desánimo genera más apatía y así va creciendo como una bola de nieve.
Pero cómo combatir esta situación, antes que nada debes tomar consciencia de que somos producto de lo que pensamos.
Tal como piensas, sientes, y según sientes, actúas; pero también, nuestros actos pueden hacer que sintamos y pensemos de determinada manera. Por eso, pensar, sentir y actuar, son como los tres mosqueteros, uno para todos y todos para uno, están totalmente interrelacionados.
Teniendo en cuenta lo anterior, podemos encontrar la forma de cómo poder vencer el desánimo, aunque no es una tarea simple, ya que pueden entrar en juego otras variables, tampoco es imposible, se trata de aventurarnos y empezar su conquista con fuerza de voluntad y determinación, muy necesarias para conseguir salir de ese estado.
5 TIPS PARA DEJAR EL DESÁNIMO
1.- Mantente alerta sobre tus pensamientos.
Muchas veces, en lugar de ayudarnos a sentirnos mejor, empeoran la situación. Es decir, nuestros pensamientos y las conversaciones con nosotros mismos hacen que un mal momento, se convierta en catastrófico.
Te pongo un ejemplo, si tu jefe te llama la atención por un error que has cometido, en lugar de pensar que no sirves para nada y empezar a crear pensamientos que magnifican la situación, piensa que quizá él tenga razón y que esto te puede servir para que en el futuro las cosas te salgan mejor.
Esto no te exime de pasar por un momento desagradable, pero si puedes hacer que dure poco y que reviertas la situación. Llenarte de pensamientos negativos solo hará que te sientas peor y que mal entrenes a tu mente por el negativismo.
2.- Busca hacer cosas que te agraden y te llenen de ilusión.
Trázate metas aunque sean pequeñas, conforme vayas consiguiendo lo que te propones te irás animando. Siempre es mejor hacer algo que nada.
Quizá en este momento no se te ocurre que puede ser, te propongo un ejercicio. Piensa como te gustaría estar o a dónde quisieras llegar o qué te gustaría conseguir. Bien, ahora piensa qué pasos tienes que dar. ¿Qué es lo primero que podrías hacer, cuál sería ese primer paso?
3.-Combate la tristeza.
Si no tienes ganas de nada, debes hacer algo. Empieza por dar cortos paseos por tu barrio, cada día proponte llegar más lejos y haz respiraciones profundas, la actividad física produce serotonina. Casi sin darte cuenta tu cuerpo te lo agradecerá y cada día te pedirá más. Las personas que hacen ejercicio físico difícilmente sufrirán de desánimo.
4.-Visualiza.
Recuerda que tu mente es poderosa, imagínate que ya has conseguido vencer el desánimo, que eres una persona nueva, con energías, alegre y capaz de vencer cualquier obstáculo. Visualiza cómo te sientes, que hay a tu alrededor, cómo es tu postura corporal, hasta puedes sentir los olores y la temperatura que más te gusta.
La frase del escritor mexicano Héctor Tassinari te puede dar luces de tu propio poder: “Dios no te hubiera dado la capacidad de soñar sin darte también la posibilidad de convertir tus sueños en realidad.”
5.-Se consciente de lo que piensas, sientes y haces.
Cuando nos volvemos conscientes de cada uno de nuestros momentos vivimos más intensamente, nos hacemos libres y, somos capaces de elegir lo que realmente nos hace sentirnos bien, lo que nos hace felices y, también, nos permite modificar lo que nos hace daño. Recuerda que cuanto más consciente estés, más poder de elección tendrás.
Para finalizar te diré que lo más importante es que no te agobies, busca siempre el equilibrio y el justo medio en todos los aspectos de tu vida.
Sentir tristeza y preocupación no es malo, es parte de la naturaleza humana, aunque debes vigilar de que duren poco y que no caigas en el desánimo. Recuerda el dicho: ‘no hay mal que dure cien años, ni nadie que lo resista’.
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