Si sufres algún tipo de enfermedad, ya sea leve o grave, conocer su origen puede ayudarte a sanar. Si sabes cuál es la causa, eliminar lo que la produce puede curarte.
Quizá te estés preguntando qué tiene que ver este tema con los temas que se tratan en este blog, no es una bitácora de medicina, pensarás; pero como sabes, este es un blog que siempre ha promovido el equilibrio entre mente, cuerpo y espíritu y, si uno de estos aspectos está dañado, dañará a los otros. Por ese motivo creo que es bueno que conozcas el origen de los males de tu cuerpo.
Expertos, como el Dr. Hammer y, el médico investigador Vicent Guillén de la Universidad de Valencia, nos explican que muchas enfermedades relacionadas con el tracto digestivo, la columna, las alergias y muchas otras, como puede ser la caída del cabello, hasta más graves, como el cáncer, tienen su origen en nuestra mente. Podéis ver el vídeo sobre la explicación que él hace, al final del POST publicado anteriormente.
La forma de pensar y afrontar los diferentes acontecimientos que suceden en nuestra vida, influyen de una forma decisiva en la formación de las enfermedades y, si no conseguimos ser conscientes de este hecho, la enfermedad avanza y puede alcanzar el punto de no retorno, de no curación.
Como pienso, siento y, como siento, actúo. Tu vida es el producto de la suma de tus decisiones. Cuando la culpa recae en los acontecimientos que suceden o han sucedido en tu vida, no te haces responsable de las decisiones que has tomado cada día frente a ellas.
Si, por el contrario, reconoces que eres el único responsable de tu forma de actuar frente a los hechos de tu vida, puedes cambiarlos y modificarlos y, esto te da la libertad de escoger entre una vida con salud o enfermedad. Emociones como la tristeza, ansiedad, depresión y el miedo, son los principales causantes de las enfermedades del cuerpo.
¿Qué es lo que determina que una persona piense y sienta de una forma u otra?
Las creencias. Una creencia es el sentimiento de certeza sobre el significado de algo. Es considerar verdadero algo que se cree que es así. Por ejemplo, si crees que solo pueden triunfar las personas que tienen estudios universitarios y tú no los tienes, de esta forma esta creencia nunca te permitirá triunfar. Pero, como todos sabemos hay miles de casos de personas que sin tener estudios superiores han conseguido grandes logros en sus vidas, por lo tanto, esa es tu creencia y puedes rebatirla observando fuera de ti.
Nuestras creencias se forman en nuestra niñez, condicionando nuestros pensamientos y nuestra forma de actuar. Todo esto afecta la forma cómo resolvemos los conflictos que se presentan en nuestra vida y las capacidades que usamos para conseguir nuestros logros o fracasos, como la seguridad, valentía, resiliencia, el positivismo, etc. que hacen posible que estemos mejor o peor capacitados para enfrentar la vida.
Empieza por cuestionar tus creencias sobre la vida y sobre cómo crees que deben ser las cosas. ¿Preguntate quién ha dicho que las cosas deben ser cómo yo creo? ¿Lo que pienso es sustentable? También averigua el origen de esa creencia. Seguro que dirás de mi madre, mi padre, mi maestro o alguna persona que influyó en tu niñez. Trabajar nuestras creencias nos abre la posibilidad de encontrar otras opciones, nos abre caminos alternativos, nos da la posibilidad de ser más felices y nos da nuevas esperanzas. “La esperanza es una cosa buena, quizá la mejor de todas, y las cosas buenas nunca mueren” (Stephen King).
Si te ha gustado este artículo ayúdame a difundirlo en las redes sociales que aparecen abajo. Con un clic estarás colaborando para que este blog pueda seguir adelante. ¡Muchas gracias!