No podemos controlar la actitud de los demás, pero podemos controlar la nuestra y aunque no lo creas puedes hacerlo en 15 segundos.
Cualquiera de nosotro puede decidir actuar de una u otra manera, tenemos la potestad de decidir qué vamos a hacer o decir para cambiar de vida y hacer que esta sea más placentera y nos favorezca y ayude a crecer.
Si bien es cierto que no podemos controlar todo lo que pasa a nuestro alrededor, si podemos estar más consciente de nuestra forma de ser y de nuestras emociones y pensamientos que controlan nuestra conducta.
La visión que tienes de la realidad está condicionada por la forma como la interpretas.
En este sentido, cada persona es única y difiere una de otra en emociones, sentimientos y en su forma de pensar frente al mismo acontecimiento.
Nuestra conducta es una forma de reaccionar y esta depende de la forma cómo interpretamos los hechos de nuestro entorno, por lo tanto cada persona tiene su forma particular de hacerlo.
Un mismo hecho puede ser interpretado de muchas maneras distintas. La cuestión del asunto radica en el poder tomar consciencia de la forma en que reaccionas y por qué tú la interpretas así y las experiencias personales que han influído en esa interpretación.
Tu realidad se forma en tu mente y la percibes según tu historia de vida. Tus vivencias, aprendizajes, experiencias, educación y, las personas que influyeron en ti, han condicionado tu lectura de lo que pasa a tu alrededor.
Esta lectura que tienes de la realidad, también influye en tu forma de reaccionar ante las diferentes circunstancias y, acontecimientos que surgen en tu día a día. Debes saber que es posible que puedas elegir lo que es mejor para ti, si quieres quedarte con lo que te limita y altera o, con lo que te aporta y te beneficia y, de esta forma, conseguir mantener tu equilibrio físico, mental y emocional, que es la base para tu realización.
El caso del niño en el restaurante
Imagina esta situación en un restaurante: una mujer da una nalgada a un niño que está tirando la comida al suelo, algunas personas pensarán que hace bien porque lo está educando, otras que es una madre violenta y se incomodarán, otras se pondrán furiosas y seguro increpen a la mujer y, habrá algunas, que ni se inmutarán porque les da igual.
¿Cuál de todas crees que tiene la razón? Aunque no lo creas, todas, cada una desde su perspectiva y, desde su propia experiencia. ¿Qué ha hecho que tomen una u otra actitud y que reaccionen de diferente manera? La información que tienen y que condiciona la activación de su cerebro para una determinada conducta y, reacción emocional.
El caso de Martina
Veamos otro ejemplo, Martina trabaja en una empresa que comercializa productos químicos. Un día un cliente le devuelve un producto porque no era exactamente lo que había solicitado, las pulsaciones de Martina se aceleraron a mil y, si le agregamos todos los pensamientos negativos que empezó a generar, como que su jefe le iba a despedir, que ella no es buena para ese trabajo y otras más, hicieron que entrara en pánico y tuviera un fuerte cuadro de ansiedad.
¿A podido sopesar de otra forma la situación? Aunque parezca difícil sí; ya que era un hecho que había sucedido antes a otros compañeros, por lo tanto, sabía que podía haber otras alternativas para enfrentar la situación y, aunque su jefe podía llamarle la atención, ella hubiera podido razonar y encontrar una solución con la mente lúcida y libre de miedos.
Es así como actúa nuestra mente jugándonos malas pasadas. Muchos de nuestros comportamientos van en piloto automático, sin darnos la oportunidad de detenernos a evaluar, qué es lo que realmente nos conviene pensar y hacer, para que estas reacciones no nos perjudiquen o nos creen posteriores conflictos.
Cuando pierdes el control de tus reacciones y de la respuesta que das a un acontecimiento, porque no te das cuenta, ni el tiempo necesario para razonar y evaluar la situación, es que estás siendo víctima del secuestro de tu amígdala y, ser consciente de este proceso te puede ayudar a cambiar de vida.
¿QUÉ ES EL SECUESTRO AMIGDALINO?
El secuestro amigdalino, es un término acuñado por el psicólogo Daniel Goleman, -autor de varios libros relacionados con la inteligencia emocional. El secuestro de la amígdala, es una reacción emocional inmediata y desproporcionada en relación al estímulo que la ha desencadenado, porque se percibe como una amenaza a la estabilidad emocional. Esto se produce porque la amígdala roba la activación de otras áreas cerebrales, sobre todo el córtex, dominando nuestra conducta, y apagando el área que nos hace más racionales como seres humanos.
El papel principal de la amígdala es el procesamiento y almacenamiento de reacciones emocionales, además, es importante entender que la amígdala es clave para la supervivencia, ya que forma parte de las estructuras más primitivas de nuestro cerebro, -la que usaron nuestros antepasados para huir o atacar cuando se enfrentaban a un animal salvaje u otro peligro- y es la que regula nuestras emociones.
Para comprender mejor las reacciones y funciones de nuestro cerebro vamos a recurrir a una explicación más detallada que hace Fernando Botella en su libro ‘Atrévete’. Allí explica que el tálamo, que es el principal órgano perceptivo del cerebro, una vez que capta el mensaje lo envía a dos lugares, a la amígdala y al neocortex prefrontal. Es decir, a la parte que actúa por impulso y a la parte que piensa.
Pero la amígdala recibe el mensaje a una velocidad mayor que el neocortex, porque tiene la ventaja de estar unida por un hilo neuronal directo con el tálamo, esto es muy importante porque por eso la reacción es inmediata, aunque en algunos casos puede ser contraproducente, en otros, nos sirve para nuestro instinto de supervivencia.
El neocortex recibe el mensaje, segundos más tarde, pero es el que tiene la capacidad de evaluación y discernimiento y el que nos permite decidir y pensar antes de actuar.
La amígdala, actúa casi por reflejo, basándose en las experiencias previas, mientras que el neocortex se detiene a evaluar, esto sucede así porque la amígdala recibe solo el 5 por ciento de la información, mientras que el neocortex, el 95 por ciento.
Pero, como explica Botella en su libro, existe una posibilidad de librarnos de ese “secuestro amigdalino”, y para eso solo disponemos de un ‘cuarto de minuto’, 15 segundos, que puedes usar antes de caer en las garras de una fuerte emoción.
Aunque este tiempo parece ínfimo, es suficiente para cambiar la interpretación de las percepciones recibidas y hacer uso del poder de raciocinio que posee tu neocortex.
En cada instante de tu vida puedes elegir el lado que te aporta, como el caso de María José, que ahora sabe que cuando ve que su jefe se le acerca, no es porque le va a llamar la atención, o porque ha hecho algo malo, sino que puede tratarse de cualquier otro motivo, no tiene por qué verse invadida por el miedo y el estrés, sabe que su equilibrio y bienestar dependen de que ella consiga controlar sus reacciones
Seguro que esta historia de Isabel te recuerda alguna que has presenciado o vivido tu misma. Un día una compañera le vino con el cuento de que María, había dicho que era una relajada y que siempre se estaba escaqueando del trabajo, y todo, porque minutos antes no había querido aceptar la sugerencia de su jefe de hacerse cargo de preparar un nuevo presupuesto, trabajo que es de María, aunque en esos días estaba muy liada.
Montó en rabia, y fue a enfrentarse con ella, estaba tan furiosa que le sacó en cara confidencias que en alguna ocasión le contó. María le respondió de mala manera defendiéndose y una relación de varios años quedó totalmente dañada.
¿Cómo podría haber sido esta situación? Si Isabel hubiera meditado la situación, antes de enfrentarse a María llena de rabia. Seguro que muy diferente. Puede que lo que lo que sienten ambas esté justificado, pero ¿cuantos malos momentos y arrepentimientos podríamos evitarnos si fuésemos más conscientes de esos segundos que tenemos para evitar el secuestro de nuestra amígdala?
Tú eres libre de cambiar la forma en que percibes las cosas y, de pensar de una forma diferente a la de tu piloto automático y de crear una vida más agradable para ti y para los que te rodean.
Ahora sabes que dispones de 15 segundos para conseguirlo. Seguro que podrás recordar todas esas veces que te has arrepentido porque te invadió la ira, el miedo, la angustia, o cualquier otra fuerte emoción, que te impulsaron a tener una falsa lectura de la situación y, fuiste víctima del secuestro amigdalino.
Te estarás preguntando cómo hacerlo, parece difícil, pero no lo es tanto. Veremos algunas recomendaciones para que las puedas poner en práctica en esos 15 segundos.
RECOMENDACIONES PARA EVITAR ES SECUESTRO AMIGDALINO
Cuenta hasta 10, ya habrás escuchado decir que antes de actuar hay que contar, pues en este caso seguro que viene mejor contar hasta 15, así entra en acción la parte pre frontal de tu cerebro, la parte en la que puedes razonar, pensar y, elegir cuál es la respuesta más favorable a la información que recibes.
En ese corto tiempo se activa tu razonamiento, si no quieres contar, también puedes realizar algunas respiraciones profundas, que es una práctica que les enseñan a los que practican el mindfulness o atención plena. Esto conseguirá que entre en acción tu parte de cerebro racional.
Recuerda que la amígdala solo posee el 5% de información que el cerebro recoge, por lo tanto, es muy fácil que se equivoque. Piensa que todas esas señales que por un momento puedes creer que son ciertas, generalmente están erradas, ya que con una información tan escaza es difícil acertar. Como cuando crees que tu mejor amiga no te responde las llamadas porque está enfadada contigo, o cuando piensas que tus compañeros de trabajo hacen cosas para molestarte, o que tu pareja no te quiere porque no te llama por teléfono a la hora acordada, o cuando un vecino no te saluda y crees que le caes mal o cuando un compañero te contesta de mala manera. Pregúntate cuáles son las evidencias que tienes para pensar y sentir que la señal recibida es cierta y tomate esos 15 segundos, luego evalúa y piensa cuál es la respuesta más acertada.
No olvides que el neocortex, es tu parte que decide, y es la que recibe el mayor porcentaje de información, con la que realmente cuentas para realizar una evaluación objetiva y, más real de la situación. En otras palabras piensa antes de actuar y hablar.
Consecuencias nefastas
Piensa que las consecuencias de un secuestro amigdalino pueden ser muy nefastas para la salud, sobretodo si suelen ser muy habituales y de gran intensidad emocional, la ansiedad y un estrés malo permanente pueden causar graves enfermedades. Generalmente después de un secuestro acabas con un gran cansancio, desorientación, malestar de cuerpo y, si ya has llegado a racionalizarlo, seguro, terminará en arrepentimiento, y aquí, cuidado, porque algunos duran toda la vida.
Durante el secuestro amigdalino actuamos sin pensar, por impulso y nuestro comportamiento se vuelve irracional y hasta infantil, y en otros casos más severos, se adoptan comportamientos agresivos, todo, por no detenernos un cuarto de minuto, son 15 segundos de sabiduría para vivir mejor.
¿Te atreves a vencer el reto de los 15 segundos?
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