Hay veces que nos asustamos y el miedo nos paraliza cómo cuando éramos niños y, pensábamos que había un coco o monstruo debajo de nuestra cama.

Nuestros miedos surgen de los pensamientos aterradores que nos creamos mentalmente y, que hacen que nuestros problemas y situaciones sean peores de lo que realmente son.

El miedo es una de nuestras emociones primarias, aunque suele ser una emoción limitante, también, es muy útil para prevenirnos de algún peligro y asegurar nuestra supervivencia.

Podemos distinguir dos tipos de miedo, el real y, el que tiene un componente psicológico o imaginario; en este post hablaremos del segundo, ya que es el que más problemas nos trae para nuestro desarrollo personal.

El miedo surge ante la necesidad de protección, es el indicador de nuestra satisfacción y de nuestras necesidades reales.

Cuando percibes o enfrentas un hecho que desborda tus capacidades, te asustas y, dependiendo de la distancia entre tus capacidades y la amenaza, será el tamaño de tu miedo.

ENTENDIENDO TUS MIEDOS

Saber gestionar tus miedos evitará que se convierta en un miedo tóxico, ya que tiene graves consecuencias para la salud física, mental y relacional de las personas.

Puede que el miedo sea real, pero muchas veces no es tan grande como en tu imaginación. Si ante una amenaza, dejas de razonar y, te dedicas a crear diferentes terribles escenarios de lo que podría pasar, este cobrará dimensiones irreales.

En lugar de tranquilizarte, te agobias, sufres de ansiedad, estrés y, hasta tu cuerpo somatiza, con el terrible daño para tu salud.

Cuando éramos niños necesitábamos que nuestros padres nos tranquilicen; al ser adultos, sabemos que tenemos esa capacidad, es ahora, cuando el miedo nos ayuda a anticiparnos, a superarnos y a crecer; puedes enfrentarlo o huir. Tú decides qué hacer.

Los miedos que no gestionamos nos persiguen a lo largo de nuestra vida, con distintas formas y en diferentes circunstancias, pero los miedos no gestionados no desaparecen.

Para que puedas enfrentar de mejor forma tus miedos, debes saber que estos se conectan con dos miedos básicos, el miedo al rechazo y el miedo al fracaso.

DOS MIEDOS BÁSICOS

MIEDO AL RECHAZO

Es cuando tienes miedo a no ser aceptado socialmente y, te sientes evaluado o juzgado por los demás; lo que hace, que reprimas tus verdaderos sentimientos y necesidades personales ante la de los otros, para de esta forma, poder amortiguar la temida soledad y la necesidad de ser querido.

El miedo al rechazo induce a potenciar relaciones tóxicas basadas en el control y en la dependencia mutua.

Este miedo  se fundamenta en la autoestima y todos sus componentes; cuanto más sana sea tu autoestima mejor podrás superarlo y, mejor sabrás distinguir entre temores reales e imaginarios.

MIEDO AL FRACASO

Se manifiesta como miedo a de lo que se puede conseguir y, que se cree, es la forma para alcanzar la felicidad, como cuando se dice ‘cuando tenga una casa más grande seré feliz’.

O también se relaciona con perder lo conseguido. Tiene que ver con la necesidad de controlar el entorno, controlar el futuro, lo que está por venir; lo que es imposible y limita cualquier acción y decisión.

Este es un miedo condicionado por la educación, que plantea el fracaso como sinónimo de perdedor.

En este punto me gustaría citar a Nelson Mandela, a través de un artículo publicado en el periódico digital El País: “Sin fracaso es imposible que haya vida. La vida es una gran historia de fracasos no escritos desde el espermatozoide. Nos fijamos en el que tuvo éxito, pero en realidad hay muchos intentos que generan movimiento y vida. El fracaso es la prueba de que uno ha intentado algo. El modo fácil para huir de este miedo es no intentarlo pero hay que plantearse la vida con una actitud de juego y de vivir. Ese es el mensaje. Quien no se atreve no puede conseguir nada. La única fórmula para no fracasar es quedarse en la cama”.

«Los hombres no tienen miedo de las cosas, sino de la forma en que las ven».  (Epicteto)

VENCER TUS MIEDOS

La mejor forma de vencer tus miedos es descubrir tu verdadero potencial, saber qué es lo que quieres de la vida y, dirigirte hacia el camino de tu felicidad.

Puedes empezar por dejar de repasar en tu mente situaciones o pensamientos negativos, sobre todo, aquellos que son productos de tu imaginación y que no tienen una base real y, que lo único que consiguen es frenar tu posibilidad de enfrentarte a aquello que temes.

Sustituye la dependencia por el coraje, el comportamiento inconsciente por consciente, el miedo al futuro por la valentía del presente, el dolor por responsabilidad y el miedo por el amor.

Empieza a construir una vida llena de posibilidades, vive cada día con intensidad y de una vez por todas, empieza a ser feliz.

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