¿Cuántas veces hemos dicho algo, lanzando las palabras como una pelota, o peor aún como un cuchillo afilado y, luego, nos hemos arrepentido deseando poder volver atrás?
Seguro que habéis escuchado la famosa frase que dice, que existen tres cosas que no vuelven, o que no se pueden recoger: La flecha que partió del arco, la palabra dicha, y la oportunidad perdida.
Las palabras no se las lleva el viento, las palabras dejan huella, tienen poder e influyen positiva o negativamente, en quien las escucha y también en quien las dice.
Es necesario pensar antes de habar, meditar lo que se va a decir para que más tarde no te puedas arrepentir, o como se dice coloquialmente, ‘piensa con la cabeza, no con el hígado’, es mejor estar calmados y en paz antes de decir algo.
Ángela en su blog dice que “a veces las situaciones son difíciles y se pueden perder los nervios, es mejor respirar hondo y pensar bien las cosas antes de decirlas […] el truco está en cómo te gustaría que te dijeran las cosas, y decirlas con tacto y delicadeza…”
Las palabras tienen un gran poder, de ellas depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra.
No se trata de estar en silencio o no hablar, sino de pensar antes y, escoger el momento adecuado para decir las cosas, de ti depende si usas las palabras para bien o para mal, tanto para ti como para los demás.
Respecto a esto, la doctora Lupe Maestre en la web de la radio RPP, dice que “con el silencio también estamos diciendo cosas solo que sin palabras y este silencio también puede ser agresión, ausencia o vacío”.
Debemos controlar nuestros pensamientos, porque ellos se convierten en palabras, y las palabras marcan nuestro destino. Muchas veces nuestras palabras son la expresión de nuestros estados de ánimo, de ahí la importancia de meditar antes de hablar.
Lupe Maestre dice que cuando decimos las cosas “estamos buscando descargar una tensión, una opinión, o simplemente estamos estableciendo una lucha de poder en la cual lo que nosotros decimos es lo que tiene que valer y ser verdad […] decimos las cosas para ‘ganar’ y no tanto para entablar una relación o un diálogo”.
Algunas pautas a tener en cuenta antes de tomar la decisión de hablar (Lupe Maestre):
¿Decir lo que siento podría mejorar la situación o la relación o simplemente me sentiría más poderoso?
¿Me sentiré mal conmigo mismo/a o resentiré a la otra persona si no digo lo que siento y estoy pensando en la mejor manera de decir las cosas?
Si la relación cambia como resultado de lo que dije, ¿podré hacerle frente a la situación asumiendo lo que esto significa?.
Preguntar, antes de dar una opinión, saber si interesa a la otra persona.
Explicar o preguntar si es el momento oportuno para decir algo.
No asumir que uno tiene que dar una opinión, ni que la opinión de uno es la más valedera.
No tratar de demostrar al otro que uno sabe más, ni referir a esta persona a una tercera persona, o a un libro o a un texto, donde se encontrarían las supuestas respuestas, a no ser que nos sea solicitado así.
Seguro que podemos encontrar las palabras adecuadas y, el momento preciso para decir lo que queremos comunicar, solo debemos estar alertas para no tener que arrepentirnos, recuerda el gran poder que tienen las palabras en nuestra vida.